El origen del nombre puede proceder del occitano Méjean, que significa «en medio de». Fue utilizado como refugio costero por los pescadores desde el siglo XVII, y comenzó a ser habitado entre finales del siglo XIX y principios del XX. Muy cerca se encuentran la Calanque des Figuières y la magnífica Calanque de l’Erevine, cuyas aguas cristalinas son perfectas para nadar. La Calanque de Méjean es un remanso de paz donde el tiempo parece haberse detenido…
¿Qué ver en la cala Méjean?
Está dividida en dos partes: el petit Méjean y el grand Méjean.
El petit Méjean tiene un puerto muy pintoresco y una pequeña playa bordeada de pinos y rocas.
El gran Méjean, al que se accede por un corto sendero desde el extremo del puerto, tiene una cala muy bonita. Está dominada por el imponente viaducto del fondo. Aquí, el macizo del Nerthe termina abruptamente: ¡las calles que dan servicio al puerto y a las casas de los alrededores son muy empinadas!