En Marsella se pueden realizar numerosas rutas de senderismo para todos los niveles. Por supuesto, está el Parc National des Calanques, famoso por su belleza única y sus aguas turquesas. Se trata de un espacio natural protegido que hay que conservar y descubrir en todas las estaciones. El aire marino, el viento en el pelo y el horizonte sobre el mar dan una sensación de libertad. Pero cuidado con la normativa!
Gracias a su vasto territorio, Marsella también ofrece paseos urbanos. Hay auténticas pepitas por descubrir dentro de la ciudad bordeada por el mar, como el Vallon des Auffes, Malmousque, o le Panier. Se pueden recorrer 3,7 kilómetros por la Corniche Kennedy que ofrece unas vistas espectaculares del puerto. La ruta de senderismo metropolitano GR2013 recorre los barrios de Marsella de sureste a noroeste, destacando los asentamientos humanos, las huellas de la actividad humana y las zonas naturales.
Marsella está rodeada de macizos naturales como el macizo del Garlaban, en las cercanías de Aubagne, donde los senderistas pueden seguir las huellas de Marcel Pagnol, o el macizo de l’Etoile, el macizo de la Nerthe y la cordillera de Saint Cyr, que ofrecen paseos alternativos y, aun así, hermosas vistas panorámicas de la ciudad y sus alrededores.
Para los apasionados del senderismo, la Côte Bleue es menos conocida que las Calanques, pero igual de bella y pintoresca. Se pueden hacer bonitas excursiones con vistas a Marsella y al mar, más accesibles y fáciles que las del macizo de las Calanques.
También está el macizo de Sainte Baume, una auténtica joya de la Provenza que destaca entre los demás relieves con su roca caliza de 1100 metros de altura. Está ocupado en parte por un gran bosque caducifolio, que aporta un poco más de frescor, humedad y protección contra el viento. Una pequeña carretera lo atraviesa hasta el paso de l’Espigoulier, con una espléndida vista de Marsella y el mar en su cima.
La «montaña» de Sainte Victoire es muy apreciada por los habitantes de Aix-en-Provence. Marca el inicio del País de Aix. Paseando por los sublimes paisajes pintados por Paul Cézanne, uno no se puede sentir más a gusto en el corazón de la Provenza.
