Un poco de historia
En su emplazamiento y en la antigüedad, existía una cantera al aire libre cuyos bloques excavados se utilizaron para construir el Puerto Antiguo.
Esta cantera, instalada fuera de las murallas, albergó muy pronto una necrópolis. Marsella sólo ocupaba la orilla norte del Puerto Viejo; la orilla sur estaba aún deshabitada, y en la antigüedad estaba prohibido ensuciar el interior de la ciudad enterrando a los muertos. Por ello, se crearon varias necrópolis fuera de la ciudad, entre ellas la de San Víctor.
En esta cantera descansa el cuerpo del mártir cristiano Víctor: Víctor era un soldado romano que se negó a sacrificarse en honor de los ídolos. Durante las persecuciones, fue destripado, aplastado bajo una piedra de molino y arrojado al Puerto Viejo.
La tumba de Víctor pronto se convirtió en lugar de peregrinación, y muchos marselleses deseaban ser enterrados cerca de Víctor, que, para los primeros cristianos, era un intercesor que les ayudaba a alcanzar la salvación más rápida y fácilmente.
Naturalmente, en el siglo V se construyó una basílica. Lo que erróneamente llamamos «las criptas de San Víctor» son en realidad los raros y preciosos restos de esta basílica y cantera.
En algunos lugares, descubrirá una acumulación de sarcófagos (¡hasta 7 niveles!), algunos de los cuales nunca han sido abiertos. Son fabulosos ejemplos de arte cristiano de los siglos IV y V.