


El promontorio del Pharo se llamaba antaño la Tête de More. Era una meseta rocosa en la que sólo crecían juncos y hierbas marinas, y allí se instalaron unas cuantas "guinguettes".
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El promontorio del Pharo se llamaba en otros tiempos la Cabeza de Moro. Era una meseta rocosa sobre la cual no crecían más que algunos juncos y otras hierbas marinas en ella se habían instalado algunos merenderos. El nombre de “Pharo” pertenecía a la ensenada que sigue, hacia el oeste, a la Cabeza de Moro. El “Farot” era la loma que separaba esta ensenada del mar abierto, y sobre la cual se encontraba una atalaya, que ya aparece mencionada en el siglo XIV.
La decisión de construir una residencia imperial en Marsella pertenece al Príncipe – Presidente Louis-Napoléon, quien, con motivo de su viaje en septiembre de 1852, habría deseado tener “una habitación que tuviera los pies en el agua”. A finales del mismo año, encargaba al arquitecto Vaucher que encontrara un emplazamiento para la vivienda, y que diseñara los planos de la misma. Más tarde será el arquitecto de Napoleón III, Lefuel, quien recibirá el encargo de ese proyecto. Por su parte, la Ciudad decidió regalarle los terrenos elegidos, que resultaron ser los de la Reserva y del Pharo. Napoleón III aceptó este ofrecimiento, “queriendo de ese modo dar a la Ciudad de Marsella un testimonio de simpatía, y al mismo tiempo estrechar los lazos que le unen a esta grande y patriótica ciudad”.
Esta residencia no resultó del gusto del emperador, que nunca estuvo en ella. Tras la muerte de Napoleón III, la emperatriz Eugenia, convertida en la única propietaria del Pharo, lo regaló entonces, generosamente, a la ciudad. A continuación, el Palacio del Pharo fue perturbado por su transformación en escuela de medicina en 1904 sus volúmenes sufrieron un desequilibrio con la sobreelevación de las alas, y la distribución interior se destruyó completamente.
Pero gracias a su excepcional situación y a la creación de un Centro de Congresos que recibe hasta 60.000 personas al año, la antigua Residencia Imperial es hoy un conjunto arquitectónico de gran nivel, uno de los más bellos de Europa, respetuoso con la tradición y la protección del entorno, con espacios que se integran en el Palacio y salas subterráneas ganadas a la explanada del antiguo edificio. El lugar dispone tanto de salones de protocolo, de un hall de exposiciones de 1.200 m2, de un espacio de restauración de 500 m2 y de un auditórium de 900 plazas, que puede acoger congresos y seminarios gracias a un sistema modulable muy sofisticado.
La decisión de construir una residencia imperial en Marsella pertenece al Príncipe – Presidente Louis-Napoléon, quien, con motivo de su viaje en septiembre de 1852, habría deseado tener “una habitación que tuviera los pies en el agua”. A finales del mismo año, encargaba al arquitecto Vaucher que encontrara un emplazamiento para la vivienda, y que diseñara los planos de la misma. Más tarde será el arquitecto de Napoleón III, Lefuel, quien recibirá el encargo de ese proyecto. Por su parte, la Ciudad decidió regalarle los terrenos elegidos, que resultaron ser los de la Reserva y del Pharo. Napoleón III aceptó este ofrecimiento, “queriendo de ese modo dar a la Ciudad de Marsella un testimonio de simpatía, y al mismo tiempo estrechar los lazos que le unen a esta grande y patriótica ciudad”.
Esta residencia no resultó del gusto del emperador, que nunca estuvo en ella. Tras la muerte de Napoleón III, la emperatriz Eugenia, convertida en la única propietaria del Pharo, lo regaló entonces, generosamente, a la ciudad. A continuación, el Palacio del Pharo fue perturbado por su transformación en escuela de medicina en 1904 sus volúmenes sufrieron un desequilibrio con la sobreelevación de las alas, y la distribución interior se destruyó completamente.
Pero gracias a su excepcional situación y a la creación de un Centro de Congresos que recibe hasta 60.000 personas al año, la antigua Residencia Imperial es hoy un conjunto arquitectónico de gran nivel, uno de los más bellos de Europa, respetuoso con la tradición y la protección del entorno, con espacios que se integran en el Palacio y salas subterráneas ganadas a la explanada del antiguo edificio. El lugar dispone tanto de salones de protocolo, de un hall de exposiciones de 1.200 m2, de un espacio de restauración de 500 m2 y de un auditórium de 900 plazas, que puede acoger congresos y seminarios gracias a un sistema modulable muy sofisticado.
El promontorio del Pharo se llamaba en otros tiempos la Cabeza de Moro. Era una meseta rocosa sobre la cual no crecían más que algunos juncos y otras hierbas marinas en ella se habían instalado algunos merenderos. El nombre de “Pharo” pertenecía a la ensenada que sigue, hacia el oeste, a la Cabeza de Moro. El “Farot” era la loma que separaba esta ensenada del mar abierto, y sobre la cual se encontraba una atalaya, que ya aparece mencionada en el siglo XIV.
La decisión de construir una...
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Periodos de apertura
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Del 4 enero 2025 al 31 diciembre 2025 - Abierto todos los días