Un edificio moderno
En el marco del programa Marsella, Capital Europea de la Cultura, el museo tardó dos años en ver la luz.
Para jugar con las limitaciones de un museo en el centro de la ciudad, el arquitecto Kengo Kuma diseñó el edificio en perfecta simbiosis con el entorno moderno del barrio de negocios.
Envuelto en escamas de vidrio reciclado, el museo está audazmente ensamblado como un edificio en dos cuerpos claramente identificables: el cuerpo principal en la sección sureste unido por pasarelas a una torre en la sección norte.
Con «calles superpuestas», cuatro espacios de exposición, un centro de documentación y un área educativa, el edificio de 5757 m2 reúne más de 1.000 obras de 540 artistas internacionales.
Según el arquitecto, «se trata de un museo en movimiento, vivo, en el que las obras están en permanente movilidad y se inscriben en una lógica de difusión e interacción con el público».
El exterior del edificio está especialmente cuidado, gracias a una fachada luminosa pixelada por elementos acristalados no tintados, con el fin de crear un vidrio a modo de tejido de alta costura, en consonancia con las luces de la Cité Phocéenne.
El funcionamiento interior, inspirado en la Cité radieuse construida por Le Corbusier, ofrece fluidez de movimiento a través de espacios voluminosos y sutilmente abiertos al exterior. La terraza urbana del edificio ofrece una inesperada panorámica de la ciudad, pero lo que más impresiona es el gesto estético del arquitecto y la fachada de paneles de vidrio esmaltado. En un planteamiento minimalista, el arquitecto se preocupa de hacer visibles todas las estructuras del edificio dejando que cada material se exprese por sí mismo: hormigón, acero, vidrio y luz.
Tras un extenso trabajo sobre el vidrio, más de treinta variantes diferentes y numerosas pruebas, se crearon 1700 paneles de vidrio de 30 milímetros de espesor.
Fueron necesarios cuatro meses de trabajo delicado y meticuloso para colocar las escamas como una doble piel, orientándolas en un ángulo determinado y no en paralelo a la fachada para crear interacción e interactividad entre el entorno y el propio edificio. Y de este modo, dar vida al edificio.