«Le Parler Marseillais» se transmite de generación en generación
Del patio de la escuela a las pistas de petanca, de Estaque a la Pointe Rouge, esta lengua que tanto apreciamos ha perdurado. Aunque para nosotros, los marselleses, todavía guarda algunos secretos, sigue siendo un misterio y continúa intrigando a los no marselleses que nos visitan o conocen a un marsellés.
La lengua marsellesa está en el corazón de numerosas obras, desde las divertidas escenas que Marcel Pagnol hizo famosas durante una partida de cartas hasta las alocadas canciones de Massilia Sound System y Jul. Nuestra lengua se basa sobre todo en la metáfora y el sentido figurado. En «Jean de Florette», de Marcel Pagnol, el papet llama cariñosamente «Galinette» a Ugolin. Mientras que en la traducción literal del término, una «galinette» es simplemente un escarcho, un pescado que se pone en la bullabesa, el sufijo «ette» da un aspecto cálido a la palabra y muestra todo el afecto que el viejo siente por su sobrino.
A veces ciertas palabras pueden llevar a confusión, porque si en Marsella la gente compra «un restaurant», está comprando una gran barra de pan de medio kilo. «Pilotis», además de ser pilotes que sostienen una casa, son también tacones de aguja altísimos e incómodos para las señoras que los llevan. La lista de ejemplos podría continuar durante muchas páginas.
Parte integrante de la historia y la cultura de la ciudad.
Marsella es mucho más que su atractivo visual: sus playas, islas y calas. Ha sabido transmitir a su población una identidad, un cierto orgullo de ser ciudadano de la ciudad más antigua de Francia, una lengua en la que muchas palabras se utilizan espontáneamente todos los días, deslizándose sutilmente entre dos términos de la lengua de Molière.
Para comprender mejor la importancia de la lengua marsellesa, es posible comprar obras de calidad escritas por autores locales. Si en su primera visita a Marsella siempre se pregunta quién es «Dégun», ¿se trata de un amigo? ¿Un familiar? ¿Un vecino? En su segunda visita, quizá entienda por qué el marsellés habla tanto de sus colegas, un término que en francés tiene un significado ligeramente distinto.