Habitations et maison dans le village de l'Estaque
Una mañana en el

Descubra el barrio de l'Estaque

Cuando se descubre Marsella por primera vez, no es raro (e incluso normal) visitar los lugares llamados «imprescindibles» en los alrededores del centro de la ciudad. Sin embargo, hay lugares un poco más alejados y menos turísticos que bien merecen una visita.L’Estaque es una zona a menudo olvidada por los propios lugareños.No es sólo un puerto pesquero con un par de chabolas que venden chichis y panisses: su pueblecito florido esconde muchos secretos…

Publicado el 10 enero 2022
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Jade Orengo

Mi visita a l’Estaque

Es sábado por la mañana, a las 10, cuando llego a l’Estaque. Marsellesa de nacimiento, nunca había estado aquí y estoy impaciente por descubrir este lugar desconocido.Siempre había pensado que este barrio apartado de la Cité Phocéenne era un lugar al que sólo se iba a comer chichis y panisses. Pero la visita guiada de esta mañana me ha hecho cambiar de opinión.

Nuestro guía se llama Jean-Marie, o más bien «le tchatcheur» de l’Estaque. No se ve a sí mismo como un guía, sino como un cómico que cuenta historias sobre su barrio. Comenzamos nuestro paseo junto a la oficina de turismo. Jean-Marie se toma el tiempo de introducirnos en la historia del pueblo leyendo algunos versos poéticos, y luego tomamos un caminito que nos lleva poco a poco hasta las alturas.

Y sus calles llenas de flores

Pasamos entre magníficos parterres de flores que iluminan las calles y el tiempo (¡no ha salido el sol, cosa rara en Marsella!).Este marsellés comenta las fachadas, los nombres de las calles, el vínculo entre el tiempo y el espacio: ¡una visita guiada que adquiere el aire de una obra de teatro en la que todos los participantes son actores!Las anécdotas son numerosas, divertidas y a veces sorprendentes (¿quién se ha encontrado alguna vez con el león escondido en l’Estaque?).

Una vez que llegamos a la explanada de la iglesia, ¡la vista es increíble! Por un lado, podemos ver el inicio de la Côte Bleue, que comienza al oeste de Marsella y se extiende hasta Martigues, con su sucesión de bonitas calas y playas de arena fina. En el horizonte, Notre-Dame de la Garde y la torre CMA-CGM nos recuerdan que estamos en Marsella.

Cuanto más caminamos, más nos damos cuenta de la riqueza de este pueblo de Marsella gracias a su historia, y estoy encantada de aprender un poco más sobre la historia de mi ciudad, de una forma lúdica y poética.Sin embargo, hay una idea que me ronda por la cabeza desde que llegué esta mañana: ¡no me iré sin unos panisses de l’Estaque para el aperitivo! Así que, al final del recorrido, me dirigí a uno de los cabanons que servían panisses. Además, ha vuelto el sol, ¿qué más se puede pedir?

Cuando el aire está despejado, desde l’Estaque se ve el muelle gris de la Joliette, con los finos mástiles de los barcos en el puerto: luego, detrás, las fachadas se asoman entre los macizos de árboles, y la capilla de Notre-Dame-de-la-Garde blanquea sobre una colina, a la vista del cielo.

Emile Zola

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